miércoles, 23 de enero de 2019

Puerto rico, rico.

Puerto rico, rico. Primer relato para el OrigiReto2019.

Este año iba a ser un año dificil. Lo sabía y aún así me apunté al #OrigiReto2019, el reto de escritura organizado por Katty (La pluma azul de Katty) y Stiby (Sólo un capítulo más). No sabía que iba a comenzar de modo triste y doloroso. Pero la vida sigue, debe continuar. Llevo años diciendo que me gustaría escribir, y nunca me había puesto en serio.


Este reto, cuando lo conocí el año pasado en Twitter, me pareció muy interesante a la par que útil para mis anhelos narrativos. Hay otros, como el NaNoWriMo, que a día de hoy me resultan inasequibles. Pero el OrigiReto, creo que me puede ayudar a varias cosas. La principal, coger el hábito de la escritura, encontrar o fabricarme un momento (sea corto o largo) cada día para sentarme y ponerme a teclear. Y frente a cursos de escritura creativa y de «aprender a escribir», que primero porque suelen ser de pago y bien pagados, no me puedo permitir y segundo porque tampoco encuentro ninguno cerca de casa, leyendo a los demás participantes y escuchando sus comentarios, creo que se puede aprender bastante. Esto lo considero más un reto personal que una competición. No voy a ganar puntos, sino a vencer mi procrastinación. No voy tratar de hacerlo mejor que los demás, sino a hacerlo cada vez un poco mejor.

Bueno, que me enrollo. Esta última semana he podido reponerme y encontrar algunas horas y huecos en mi rutina diaria para comenzar. Y aquí está el resultado. Espero que lo disfrutéis, y sea así o no, que me deis (a mi no, al texto) caña con las criticas ¡constructivas, claro!




Puerto rico, rico.

La inmobiliaria era pequeña. En los últimos años, había menguado la afluencia de ricachones con posibles para adquirir una propiedad en las urbanizaciones turísticas de la zona. Cuanto más, la de los que buscaban hacerse con una pequeña isla privada. Si no fuera por el mercado de segunda mano habrían cerrado ya el negocio, opción que aún no descartaban del todo, si esta temporada no conseguían cerrar alguna buena venta. Así que entre los gastos que habían empezado a desatender para ahorrar, se encontraban los de mantenimiento de las dos embarcaciones a nombre de la empresa. La semirrígida, de apenas cinco metros de eslora y el Island Hopper. Sobre este centraban sus atenciones, por ser la herramienta que les estaba proporcionando unos ingresos extra alquilándolo para excursiones de buceo y pesca.

Sebastián llevaba desde el principio en la empresa. Su puesto era asesor inmobiliario. Pero como buen vendedor, hacía lo que estuviera en su mano para conseguir clientes y cerrar ventas. Como tenía licencia de navegación,  echaba una mano cuando hacía falta con los grupos de buceo. Había descubierto que con los españoles bregaba bastante bien.


Cuando aquel tipo llegó preguntando si tenían algún catálogo de islas en venta, el jefe le asignó el cliente a Sebastián inmediatamente y guiñándole un ojo le susurró —Oiga, Sebah. Este no es de los que tienen menudo en el bolsillo. Dijo algo de un sorteo, de allá de España. No me sea cabeza de pollo y consiga que compre. —Sebastián siempre había sido el alicate del jefe para los negocios delicados.


El motor de la vieja neumática, amarillenta y sucia, se quejaba de la travesía con un ronroneo irregular, impropio de un 50 caballos de dos tiempos bien mantenido. Deberían haberla limpiado antes de botarla. Y también solventado los pequeños desperfectos acumulados por meses de abandono en el garaje del jefe. Pero, para llevar a un único pasajero y su equipaje hasta la isla, aquella vieja Narwhal era más que suficiente. El otro barco habría consumido mucho más combustible y preferían no tenerlo ocupado. Durante las tres horas que emplearía para el servicio, podría presentarse algún grupo para ir a bucear a las zonas cercanas de Icacos, Cayo Lobos o Palominos. Incluso con suerte, llegaría alguno a pedir el día completo para Culebra. Eso eran bastantes más dólares. Suficientes para aguantar unas cuantas semanas sin más clientela.


El trayecto no suponía más de cuarenta minutos por un mar tropical usualmente tranquilo. Habían salido hacía media hora del puerto deportivo de Villa Marina, en la puertorriqueña localidad de Fajardo. El día estaba algo nublado, pero el tiempo relativamente tranquilo. Sebastian le había explicado que por la tarde se acercaría una tormenta tropical que venia del interior del atlántico, pero que solo les rozaría a partir del día siguiente. Si continuaba el rumbo previsto, primero amenazaría Bahamas. Y luego Florida. Pero si se iba más al Sur, probablemente habría mala mar durante cuatro o cinco días y sería mejor aplazar el viaje para la semana siguiente.


Pero el español estaba más que decidido. Ansioso incluso. Quería llegar cuanto antes a la que iba a ser su nueva propiedad, aquella pequeña isla con una cabaña bien equipada. El negocio estaba cerrado y el pago confirmado con el banco ¿quién le iba a negar a aquel hombrecito cumplir cuanto antes la que debía ser su mayor ilusión desde hacía mucho?


Se le notaba en sus modos que no estaba acostumbrado a tener dinero de sobra, que era nuevo en la vida de millonario. Lo único que parecía tener claro era querer una isla. Casi parecía que viniera buscando esa en concreto. Era muy posible que antes de presentarse allí, la hubiera visto en la web de la inmobiliaria. Y que, quizás para tratar de negociar mejor precio, se hubiera estado haciendo el caprichoso mientras consultaba el, ahora breve, catálogo de ese tipo de propiedades. Sin embargo, cuando preguntó por esa propiedad fingió pensárselo un poco y ya. Cerró el trato completo en media hora.


—¿Seguro que va bien? —El piloto quería cerciorarse de que el pasajero no se mareaba ya que no estaba dando mucha conversación y parecía tener mala cara—. Le aconsejé que comiera algo antes de zarpar. Con el estomago lleno, aunque no lo crea, siempre se soporta mejor el bamboleo del oleaje.


—No se preocupe. No es nada. Hacía mucho que no me montaba en una barca. Pero empiezo a recordar sensaciones. Y en cuanto a comer, ya comeré en tierra firme cuando lleguemos a nuestro destino. No se preocupe y ¡Dele!


Sebastián asintió, con una mirada que sus gafas de sol impidieron deducir si fue de despreocupación o de resignación. En sus lentes de espejo solo se reflejaba la imagen del españolito sentado a la izquierda del piloto, aferrado con una mano al asidero de la consola, y con la otra a la agarradera de babor. Aceleró un poco más, sin poder distinguir bajo el azote del viento en sus oídos, la nueva queja que emitía el ya castigado fueraborda.


Diez minutos más tarde, el ondulante zafiro que los rodeaba había virado a un gris plateado en todas direcciones, incluso entre cielo y mar. Esto aumentaba el contraste de la espléndida visión que tenían a proa. Los seis islotes verdes se encontraban ya a menos de media milla.
Sebastián aminoró para finalizar la aproximación sin dar tantos botes, y para poder sentarse y descansar la tensión de las piernas. Pilotar de pié agotaba y era mejor prepararse para poder caminar en tierra firme en pocos minutos.


—Los bajíos ¿sabe? —justificó así la maniobra y el sentarse—. Alrededor de todas las islas estas hay bancos de arena y arrecifes, y es mejor acercarse despacio. Por seguridad.


—Ya imagino. Bueno, espero que el barco grande cuando traiga provisiones en diez días, vaya con el mismo cuidado.


—Sí, claro. Eso saben hacerlo. Aunque nunca han venido mucho, pero hecha una isla, son todas iguales. Me refiero… Para las maniobras y eso, claro. —Sebastián temió haber causado la impresión de que la islita del español era como otra cualquiera, cuando debía hacérsela sentir como especial. Habían firmado un mes de prueba, y si antes de cumplir el plazo el comprador se arrepentía, anulaban el contrato y el pago. Solo se cobraría un alquiler por el equivalente a dos meses, y los beneficios de la jugosa venta, desaparecerían.


—Ya imagino. En mi niñez yo también navegaba. Me crió mi abuela y ella tenía una barquita. Ya le dije que hacía mucho que no me montaba en una. Y recordar tantas sensaciones, esta siendo delicioso.


Esto tranquilizó bastante al vendedor, que cobró de nuevo confianza, y se lanzó a rematar con su verborrea habitual.


Ta bueno eso —dijo con una amplia sonrisa de complicidad—. Pues como le decía, la casita se construyó en los años setenta. Pero duró poco, porque el propietario dejó de venir y a los años pasó a manos del gobierno. A finales de los noventa fue que el jefe la consiguió en subasta, y desde entonces, se ha alquilado por temporadas, o para alguna grabación todo lo más. Lleva ya varios años deshabitada. Pero la villa se renovó hace cinco y se ha limpiado todos los meses.


Mientras se iban aproximando y una vez que localizaron el pequeño embarcadero, Villa Bohío se dejó ver entre los veinticinco acres de manglares y vegetación exuberante de la isla, destacando el tono marrón de sus paredes de madera y el brillo azul de sus paneles solares del tejado.


Sebastian le recordó al flamante nuevo propietario que la suya, era la tercera en extensión de las seis que configuraban aquel coqueto archipiélago. Se suponía que en la antigüedad habían estado habitadas por los indios originales de la zona. Aunque no se sabía con certeza si los primeros pobladores arahuacos habían sido pacíficos taínos o antropófagos caribes.


Le explicó que no todas las islas habían estado habitadas en tiempos precolombinos. Solo en cuatro de ellas, incluida la del español, se habían encontrado signos de construcción de bahareques. Luego estaban las dos más al norte en las que, al parecer, nunca habitó nadie. En la pequeña se encontraron algunos utensilios de pesca, y en la mayor una especie de altar de piedra y algunos cemíes.


—Eso fue lo que publicaron los de la expedición arqueológica de los años cuarenta, después de que el gobierno prestara más atención a las islitas, cuando aquellos pescadores hallaron a la niña pequeña en la canoa, durmiendo tan tranquila. Nadie pudo explicar de donde había salido. En las islas no quedaba nada que indicara que por entonces alguien viviera allí. No se halló ni se reportó naufragio alguno. Ni nadie reclamó a la caribeñita. Así le decían a la cría, porque era india o lo parecía. Ya vio usted el recorte de prensa en el dossier. ¿A que parecía india la nena?


—Sí, bueno. En las fotos de los periódicos antiguos cualquiera parece indio. Hasta yo podría serlo ¿eh? —sonrió sarcástico el español, entrecerrando esos ojillos rasgados y oscuros por encima de sus gafas de sol. Mirándolo bien, a Sebastian si que le recordaba en cierta manera a un indio, pequeño y bronceado.


En el último tramo, Sebastián apagó el motor, que agradeció el descanso con un rugido sordo y un sonido metálico suave y cíclico, mientras la hélice seguía girando sin empuje por la inercia de su propio avance. Se situó con un movimiento ágil a proa, con el cabo de amarre en una mano y con el remo apuntando al muelle en la otra, amortiguó el encuentro entre hormigón y goma. Saltó al embarcadero, amarró de proa y seguidamente pidió al pasajero que le pasara un cabo de popa que también aseguró. Volvió a bordo y entre los dos, sacaron del tambucho la mochila que llevaba como equipaje el cliente.


Una vez ambos en tierra y buscando en su bolsillo, tomó la iniciativa.


—Bueno, jefe —pronunció esta palabra con cierta sorna—. Aquí tiene la llave de su casa. El generador de respaldo esta surtido. Las tres habitaciones, el salón y los dos baños, todo limpio y en perfecto orden. El depósito de agua lleno y potabilizado. Seiscientos galones tiene allá. Y la cocina está provista con lo mínimo ahora, despensa para quince días.


—Le estoy muy agradecido por sus servicios, Sebastián. Ahora si que tomaría un bocado. ¿Me acompaña?


—No, hombre. Debo regresar antes de que la mar se encabrite. Cuanto más tarde en salir, más probable será que tenga que quedarme a acompañarle unos días. Y lo que usted deseaba, era la soledad de la isla ¿no es cierto?


—Oh, vamos. ¿que margen tenemos aún?¿Horas? Tampoco tardaremos tanto—. Y examinando una barbacoa de piedra que imitaba un altar de ceremonias indígena, como el hallado en la isla vecina, sugirió: —Y ya que la cocina de los indios era la barbacoa ¿qué mejor que inaugurar la vivienda con carne fresca? Aún no se donde están las cosas.


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Mientras el otro encendía la barbacoa, el español se dirigió hacía el embarcadero con la excusa de llamar por teléfono satelital.


Desamarró la neumática que, libre, se fue alejando despacio. Sabía que Sebastián aún llevaba enrollado en la muñeca el dispositivo de hombre al agua. Si la encontraban a la deriva, sin tripulantes y sin el conector, supondrían que ambos se perdieron juntos. Las corrientes, el viento, la inercia, hasta los tiburones... Había muchas razones por las que alguien solo en una barca, no consiguiera volver a subirse tras caer.


Regresó a la cabaña y rebuscó en su equipaje. En una vieja foto polaroid de colores desvaídos, se veía un niño en una barca tosca y alargada. A su lado, de pie con el agua por la pantorrilla, una mujer de mediana edad y baja estatura, morena y de ojos achinados sonreía mostrando unos dientes afilados artificialmente, como los de un tiburón. Escrito a mano sobre la foto se leía; Luisito y mami caribeñita. 1974.


— Ya estamos en casa, abuelita —El español sintió gruñir su estómago. 


Y reflejada en un reluciente machete, su sonrisa zigzagueó entre dientes triangulares.



------FIN------
Este relato participa en el #OrigiReto2019 para el mes de enero con el objetivo 15, que transcurra en una isla deshabitada y con los objetos ocultos 30,llave y 23, foto vieja o polaroid. 

Estadísticas según https://www.contadordepalabras.com/

2011 Palabras

11794 Caracteres (con espacios)

9814 Caracteres (sin espacios)

Párrafos 35

Oraciones 141


Registro 1903040144002,

Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0

14 comentarios:

  1. ¡Hola! Llevaba toda la historia pensando qué sucedería, pero no me esperaba caníbales, ni de lejos. Esperaba algo más parecido a fraude immobiliario, jajaja.

    El relato me ha gustado, está bien llevado, el tempo especialmente hace que no decaiga, y eso es muy importante en estos relatos.

    Para el tema del formato, yo recomiendo pegar, seleccionar el texto entero y marcar el botón de quitar formato. Probablemente con quitar el formato original y luego retocar ya baste. También es útil ir comprobando como se ve dándole al botón de previsualizar.

    Buen inicio de reto, y espero leerte más.

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    1. Oh, vaya, gracias. Me alegro un montón que te guste. El tempo, jejeje, al menos parece que lo he controlado. La verdad es que puede decirse que es lo primero que escribo (salvo alguna cosilla hace muuuuchos años que debe andar en cuatro folios perdidos por casa).

      Si, la próxima vez quizás mejor pegó el texto sin formato. Total, este lo he tenido que reeditar varias veces una vez pegado y aún tendré que tocarlo a ver si queda mejor. Aunque la vista varía según como se vea (web, móvil, lector de fresa...). Creo.que también miraré a mirarme a wordpress, a ver si me apaño mejor. Iremos viendo.

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  2. Wolas! bueno, lo primero que espero que tu año mejore, que el OrigiReto te ayude a estar bien y a ponerte metas de escritura y te sirva de pasatiempo además de aprender y me gusta que te motive participar, pero tampoco lo tomes como una competición, en realidad todo el mundo puede estar en primer lugar porque quienes tengan los 15 puntos tendrán el mismo peldaño en el ranking ^^ este reto es eso, un reto, pensado para ayudarnos en grupo para quien le interese, y el objetivo principal es motivar y ayudar a mejorar :P está hecho a lo simple para que nada sea obligatorio, así que en realidad no tienes por qué sentir presión, todo es voluntario y el objetivo es eso mismo, retarte y llegar hasta donde quieras llegar. Espero que te ayude a empezar con buen pie en la escritura.

    En cuanto al relato, me ha parecido muy buena historia, cumple la extensión, el objetivo no, no sucede en una isla deshabitada, si no mas bien termina, aunque es parte importante así que por mí vale. El final ha sido inesperado, pensaba que en algún momento algo malo iba a hacer, pero al dejar la isla para el final, cuesta más verlo venir. Creo que es algo que podrías haber mandado al contra marea de Dorna, por ejemplo ;3

    Como comentario personal, tu forma de escribir es densa, tienes mucho aire de clásico, texto muy pulido, ideas muy claras, buena forma de expresar... No es de mi gusto porque en mi caso le doy mucho más valor a la historia que a la narración, así que aprecio más una explicación directa sin demasiado detalle innecesario que recargue el texto, pero no te dejes engañar por mi opinión personal xD soy bastante objetiva y eso no quita que sea capaz de reconocer que es un texto muy bueno. Quizá estés empezando con los relatos, pero dudo que no tengas ya experiencia con la escritura o al menos la literatura y tu tenéis ya una importante amistad :P

    Enhorabuena, creo que es uno de los TOP5(Texto OrigiRetil Pewpew) del mes. Espero seguir leyéndote y mucho ánimo con los siguientes objetivos.

    .KATTY.
    @Musajue

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    1. Gracias por los deseos de mejorías. Tanto en lo personal como en lo narrativo.

      Sobre lo de mi estilo, creo que me has descrito perfectamente. Efectivamente, mis lazos literarios se basan en la lectura, no en la escritura (hasta ahora). Y la mayor parte de lo leído, ya sea narrativa, ensayo o textos técnicos, ha sido bastante clásico, por llamarlo así. Ahora estoy empezando a leer cosas más actuales o contemporáneas. Mis lecturas se han movido entre el terror gótico/romántico y la ciencia ficción (me gusta especialmente la dura «hard sci-fi»), y eso debe haber dejado huella, jajaja.

      Bueno, tal vez sea muy pronto para desarrollar mi propia voz. Veremos cómo evoluciona.

      La verdad, no me esperaba para nada que causará tan buena impresión (a pesar de no tener un estilo afín a tus gustos). Así que ¡muchas gracias! ;)

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  3. Buen plot twist!
    Me gustaría poderte comentar más, pero... todo bien (?) Lo siento, creo que estoy pareciendo un poco tonta xD

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    1. ¡Gracias Aitziber! Sí te ha gustado, ya me vale de mucho.

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  4. ¡Wolas!
    Como dicen por los comentarios por arriba, el final es sorprendente. No te lo esperas para nada. A mí me ha dejado un poco desconcertada y me ha tocado revisarlo, perooo hoy no es mi mejor día para opinar porque ha sido un día durillo.

    Lo que me ha encantado es el ritmo. Es ágil y te hace profundizar y conectar con el texto. Con lo que un 10 en ese aspecto ;-)

    ¡Saludos!

    P.D. Vuelvo a ser Vanessa (@HedwigKudo). Que sigo en el ordenador con el que te he comentado el micro :3

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    1. Buah, muchas gracias. Respondo tatde pero bueno, espero que el día durillo pasare y los siguientes no hayan sido malos.

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  5. !Hooo¡
    Hay como se nota el acento Puertoriqueño, en esos cortos diálogos, me gusta tu manera de transportarnos, de contar de alguna manera, una parte de la realidad de nuestros países y a la vez su belleza.El final muy siniestro, mi sensación es que se lo va a comer,¿pasará?

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  6. Hola. Vaya, me encanta eso que me dices. Porque una de mis mayores preocupaciones al pasar de la idea al escribirlo era como hacer para darle un poco de tono puertoriqueños sin conocer prácticamente nada de ese país, no tener en el oido el acento propio de allí. Tuve que buscar webs donde explicaran ealabras típicas como lo del menudo= calderilla, alicate= trabajador fiel que se esfuerza en cumplir lo deseos del jefe, o algo así, o lo de cabeza de pollo= algo así como atontao. Y verme algunos videos en youtube para escuchar el habla. El acento de Argentina, Chile, Cuba o México, por ejemplo, si lo tengo más oido oido y podría mas o menos imitarlo. Pero el de Puerto Rico... Nada. Al principio pensaba que sería similar al cubano, pero no, que va. Tiene variaciones muy curiosas y diferentes. Y luego algo de geografía, sacada de clubs de buceo. Así encontre las zonas que cito y la localidad de Fajardo. Me parecio la zona perfecta para ubicar la historia.

    En fin, si me dices que se nota el acwnto puertoriqueño, bufff, me das una alegria enorme. Me preocupaba hacerlo mal, y me preocupaba mucho más caer en la caricatura u ofender de alguna manera a posibles lectores de por allí.

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  7. Muy buenas,
    Me ha gustado mucho como describes todo tanto al inicio como a lo largo del relato, realmente da la sensación de estar navegando por esas aguas. También creo que haces muy buen uso de la transcripción del acento de las islas en el capitán del barco, le da mucho más realismo.

    Ha quedado todo muy buen ambiente para ese final que, si he entendido bien, nos describe al protagonista como un caníbal con los dientes afilados y, supongo, listo para la carne fresca del capitán xD Vaya mala pata.


    Unas cositas, sobre los diálogos, usas la raya larga, lo cual está bien y ya es un primer paso, pero tienes espacios donde no deben estar como entre la acotación y la segunda raya:

    –Ta bueno eso —dijo con una amplia sonrisa de complicidad.[este espacio sobra, y el punto no estoy segura pero creo que va tras la raya]—[.]Pues...


    Y en esta frase creo que seria mejor poner "no parece que nunca habitase nadie" o "parece que nunca habitó nadie": "en las que nunca parece que habitó nadie." porque si no el nunca va con el "parece" y no con el "habitase".

    Por lo demás, está muy bien. Y aunque no pasa del todo en la isla, yo tambienlo doy por bueno. Enhorabuena!

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  8. Olé. ¡Gracias! Me alegro tanto de que te guste como de que me des tralla con los diálogos. Como fué el primero y me dió muchos problemas para editarlo legible y estructurado, quizás se hayan colado algunos espacios, sí. Otros seguramente, los haya puesto yo mal. Debo repasar de nuevo el buen hilo de Cerbero sobre los diálogos. La puntuación sí, cierto, va detrás del —. No se como se ha dado la vuelta. XD

    La frase; ya veo lo que dices. Quizás tambien tuviera arreglo con unas comas, tal que así: «…en las que nunca, parece , que habitó nadie.» El parece tambien podría sustituirse por; al parecer. ¿No te parece? ;)

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  9. ¡Hola! No me esperaba ese final, pensaba más en que la niña fue su hija o algo así. Me encanta el punto de vista y el enfoque: muy acertado el tipo de narrador. Además el vocabulario técnico de navegación está incluido en su justa medida, para que los profanos podamos entenderlo son facilidad. El relato me tuvo en ascuas todo el rato, esperando a que pasara algo importante y resulta que lo más importante de toda la historia ¡ni siquiera llega a pasar! ¡Eres un genio RJRandom!

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    1. ¡Qué genio ni qué (deja que complete el predictivo)!

      ¡Muchas gracias! Fijate, me he releído. Y ya han pasado diez meses desde que empezara a escribir. Porque sí, este fué el primer relato que escribí en mi vida, quitando un primer intento allá por el 95 o así. Y aunque tengo que aprender mucho aún, y repasar este para limpiar la edición, la verdad es que me he gustado y todo jajajaj. Pero lo que me llena de orgullo y satisfacción es que os guste a les lectores.

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