viernes, 29 de noviembre de 2019

Catarro veraniego

El director Zhao reiteró la reverencia mientras hacía entrega del sobre al sr. Park Gen Su.

—Aquí está todo. El informe médico de su esposa va en su propio sobre cerrado dentro de este. Toda la documentación relativa a la reunificación familiar también.

—Le vuelvo a repetir— el surcoreano se expresaba con bastante ansiedad pero intentando mostrarse respetuoso— que de reunificarnos sería en el Sur. Podemos acoger a nuestros familiares en casa, tenemos sitio suficiente para mi cuñado y mi prima.

El sr. Zhao dirigió una mirada autoritaria al doctor Shuy.

—No se altere, sr. Park —intervino el doctor—, o me obligará a administrarle un calmante.

El señor Park bajó la mirada, recogió el sobre y marchó escoltado por los guardias que les conducirían a Hyesan, en la Corea del Norte.

Cuando quedaron solos, el director señaló al doctor.

—Cúrele ese resfriado al Cthulhu antes de que vuelva a toser y lo destroce todo. Ocultarlo bajo un parque acuático no fue una decisión muy sabia.

—Ella no recordará nada.

* * * FIN * * *

Este microrrelato participa en el #OrigiReto2019, el reto de escritura creado por Stiby (ver blog) y Katty (ver blog). En sus respectivos blogs podéis ver las normas del reto. En este caso, en el sorteo de objetivos y objetos que realicé, en septiembre debía escribir un micro con el objetivo 21; que suceda en un parque de atracciones, y el objeto oculto 6; un informe médico.

Está enlazado al relato Vacaciones, escrito en agosto por la compañera y jefa de reto Kat. Para su mejor comprensión debierais leerlo, antes o después. https://plumakatty.blogspot.com/2019/08/relato-vacaciones-origireto2019-agosto.html?m=1

PD: Estoy publicando con el móvil y no sé como se verá. La semana que viene, ya en casa, arreglaré lo que sea necesario.

Estadísticas según contadordepalabras.com
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  • 840 Caracteres (sin espacios)
  • Párrafos 9
  • Oraciones 16

domingo, 24 de noviembre de 2019

Sacadlo a la luz

—Aún recuerdo octubre. Empecé a documentarme sobre la vida de Heisenberg y la bomba nazi, y acabé escribiendo sobre un arrantzale vasco. Y eso que incluso me leí el texto de la obra de teatro esa, Copenhague. Increíble, ¿Cómo puede alguien hacer una obra de teatro con tres personajes dialogando sobre la invención de la bomba atómica? Explícamelo tú.

—¿Cómo? Pues cómo va a ser. Haciéndolo, como todo, que es lo que deberías estar haciendo tú ahora mismo.

—No me agobies. Llevo todo el puñetero mes dándole vueltas y no se me ocurre nada.

—Sí, claro.

—Cómo que «sí, claro». ¿Acaso insinúas algo?

—¿Insinuar? ¿Yo? Nooo, que va, lumbrera de la escritura. Te lo estoy diciendo a la cara. No has hecho nada en todo el mes.

—¡No se me ha ocurrido nada!

—Porque no te has puesto en serio. Como el mes pasado.

—Eh, para el carro. El mes pasado entregué mi relato. Sí, que no llegué a hacer el micro, pero… No sé. Quizás es que se acaba el año, o los objetivos (recuerda que los sorteé al principio) y ya solo me quedan dos…

—¿Seguro que dos? ¿Solo?

—A ver, bueno, sí. Dos para relatos y dos para micro.

Meeeh, ¡error!

—¿Cómo que…? Este mes y diciembre. Dos.

—Para relatos sí, según tu sorteo. Pero para micro, te quedan tres. El del mes pasado lo puedes recuperar.

—Ah, bueno. Eh…, no sé ahora mismo…

—Piensa, que para eso te apuntaste al Origireto. Puedes recuperar un mes con… con… bueno, con cosas. Eventos de esos. Participaste en ellos, ¿verdad?

—Esto… No. No en todos.

—¡Valiente actitud! ¿No querías escribir?Pues si te apuntas a esto es para cumplir con todo.

—Ya, bueno. Que hay una vida a la que sobrevivir ahí afuera. No puedo dedicarle todo el tiempo al Origi…

Hiy ini vidi ihi fiira… Bla, bla, bla. Espabila si quieres llegar a algo en la escritura. Te apuntas a un reto, cumples, como un señor que diría el Umbrales ese y, para cuando te das cuenta, has acumulado un porrón de experiencia y aprendido un par de trucos, al menos.

—…

—¡No, si te me echaras a lloriquear y todo!

—Déjame respirar, cagontó.

—Sí, venga. Respira como Homer; uno, dos, tres, yo me calmaré (repite conmigo), cuatro, cinco, seis, todos lo veréis.

—Ya vale, ¿no?

—Bueno venga. A ver, ¿de qué demonios tienes que escribir?

—No. Demonios no, por esta vez. Ángeles.

—¿Tienes que escribir un relato sobre ángeles?

—No exactamente…

—¡Ja! ¡Cagada! Has usado un adverbio acabado en -mente. ¿No aprendiste nada de Stephen King? En su libro «Mientras escribo», dice que…

—Ya, ya ¡YA! Ya sé lo que dice, pero realmente no lo prohíbe.

—Ja, ja, ja. Pero qué torpe, madre mía. Lo has vuelto a hacer. «Realmente» lo has hecho, ja, ja,ja.

—JOOODER. Oye, ¿vas a estar así todo el rato troleando o has venido a ayudar?

—Bueno, bueno. Sabes que tenía que puntualizarlo. Venga, vamos al lío. ¿Decías que el relato iba de…?

«Ay, qué cruz».
»Mierda. Ahora se me ocurre que no sé como podría meter un pensamiento o un comentario medio susurrado en un texto de diálogo alternado entre dos personajes. Podría probar a indicarlo con las comillas españolas de apertura y luego escribir en cursiva, pero no sé si poner una raya de diálogo antes o después. Es que si cambio de línea y pongo el pensamiento en una y lo que diga con su raya a continuación, va a parecer que cambia de orador y se va a armar el lío padre…

—Eh, «Cervantes». Espabila.

—Pero que hij…

—¡Chsss, chsss, chsss! Cuida tus palabras, pluma por consagrar.

—Pero es que no es justo. Te has metido en mis pensamientos y has usado la duda que me asaltaba. Has usado las putas comillas latinas, y en medio del diálogo también.

—Correcto, tú lo has dicho. «Tan bien» que las he usado. No como tú. ¡Uy! Perdón. Es que me salen solas, ji, ji, ji.

—¡Ya basta! Si nos seguimos enzarzando en estos tomas y dacas, no llegaremos a ningún lado. Eres peor que las moscas, que al pasar se te llevan con ellas tu alma al cielo.

—¡Oh! Qué poético, madre mía. Por cierto, antes de que cojas la vereda entre Alberti y Fuertes y  hablando de almas en el cielo. Estábamos diciendo que tenías que escribir sobre ángeles ¿y qué más?

—Vale, a ver. Ese es uno de los objetivos. Y el otro, la plaga de babosas.

— Ja, ja, ja. Siempre me hizo gracia ese. ¿De dónde diantres sacarán esas ideas?

—Pues, el ángel no sé, pero lo de las babosas creo que era por una plaga real que sufrió Kat. Debe ser por la humedad del patio y ya sabes, los gasterópodos no son muy compatibles con la jardinería.

—Pero quieres dejar de ponerte en plan técnico a la mínima oportunidad. Gasterópodos dice. ¡Que no estás en el trabajo!

—Eh… Bueno, en realidad sí. Me toca guardia este finde. Y sabes que si el día está tranquilo, suelo aprovechar para darle un poco a la tecla.

—Muy «profesional». Bravo.

—Oh, vamos. En invierno no hay tanto que hacer. Y los tengo a todos atendidos, comidos, instalaciones limpias. Una llamada hubo hoy; he gestionado el aviso y estoy a la espera de que llegue el nuevo paciente. Entre medias, ¡digo yo que podré dedicarme un poco a la escritura!

—Sí, me parece perfecto. Para escribir hay que inventarse la horas, literalmente.

—¡JA, JA, JAAA!

—¿Qué?

—Ja, ja, ja. Lo sabía.

—¿Pero qué dices? ¿Qué es lo que sabías?

—Pfff, es que ni te has dado cuenta aún.

—¡Oye! ¿De qué tengo que darme cuenta, «Vallinclán»?

—Joooder. Ya van dos.

—Te meto con el tintero, eh. ¿Qué estás hablando?

—No estoy hablando, estoy escribiendo. Eso para empezar.

—Sí, sí. Lo que tu digas. Pero, ¿que a qué viene tanta risita, personaje?

—Uuuh, personaje me llamas. Sí que te estás ofendiendo. Aquí el único personaje eres tú. Yo escribo, escribo relatos, historias. Historias donde hay personajes como tú, que eres uno de los personajes más oscuros que se pueden cruzar en el camino de autores y autoras.

—¿Cómo? Yo, ¿un personaje oscuro?

—Sí. Oscuro casi negro. Pero al que es tan fácil vencer…, tan fácil y tan difícil. Pero solo hay una forma para ello, escribir. A ti, mequetrefe con aires de grandeza y pies de barro, solo se te vence escribiendo. Escribiendo tu historia y ridiculizándote. Así que ahora puedo echarte en cara que tú también has usado un puto adverbio acabado en -mente.

—¿Yo?¿Cuando?

—Justo antes de cagarla por segunda vez seguida, porque se dice Valle-Inclán, que era como firmaba Ramón María y que, para más señas, era un pseudónimo. Así que, personajillo, yo este mes tenía que escribir o bien una obra de teatro, cosa que se le daba de vicio al citado, o bien escribir el relato solo con diálogos. Y aquí llevamos tú y yo, dialogando desde el comienzo de los tiempos, como siempre, pero esta vez por escrito. Y debía al menos, mencionar al ángel y a la plaga de babosas. Sendos objetivos han aparecido en nuestro diálogo, figura. Así que, reto cumplido.

—Uhmmm… Vaya. No te lo puedo negar, ya has superado las mil palabras, incluso. Si lo que pretendes presentar como relato de noviembre es nuestro diálogo…

—Diálogo interior, no se te olvide. Seguro que de una forma u otra, los compañeros y compañeras del Origireto y cualquiera que pretenda dedicarse a la literatura, sea como afición o como profesión, o incluso quien ya haya publicado cosas, tienen a alguien como tú acechando en la oscuridad de sus escritorios cuando se sientan en soledad delante del teclado o el bolígrafo. Hasta que lo saquen a luz, lo expongan, y mueran como morirás tú, infame ¡IMPOSTOR!

—NOOO…



—Magnífico. Y una vez acabado con el impostor y su síndrome… ¡Vamos a por el micro!



* * * CONTINUARÁ * * *

Este relato participa en el #OrigiReto2019, el reto de escritura creado por Stiby (ver blog) y Katty (ver blog). En sus respectivos blogs podéis ver las normas del reto. En este caso, en el sorteo de objetivos y objetos que realicé, en noviembre debía escribir un relato con el objetivo 22; escribirlo solo con diálogos o en forma de teatro, y los objetos ocultos 20; un ángel y 18; la plaga de babosas.




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